1. Reconocimiento visual.
Toma la muestra a catar, obsérvala y comprueba que el color es uniforme y brillante.
2. Ahora, escúchalo…
Rompe la tableta con tu mano. Una barra que resulta dura de romper es una que tiene mayor concentración de cacao. Deberas además notar que al momento de quebrarla no se haga polvo (éste es un signo de qué tan bien conservado está el producto).
3. Huélelo.
Deposita el chocolate en tus manos, de tal forma que hagas una cuenca con ellas. Inspira profundamente y percibe los aromas que te llegan. Concéntrate en el contraste de fragancias afrutadas y de frutos secos tostados, demás de otras aromas con las que te puedas identificar.
4. Aprecia la textura.
Toma el chocolate y comprueba que no se te pegue en los dedos. La textura de un buen chocolate debe ser suave, pero a la vez firme. Cuanto más suave sea, menos concentración de cacao tiene el producto.
5. ¡Saboréalo!
Introduce una pequeña cantidad en tu boca, tritúralo con y deja que se derrita lentamente en tu paladar. Al hacerlo verás cómo el sabor evolucionará en tu boca a partir del momento en se empiece a derretir. Los sabores que percibirás al pcincipio serán una mezcla de tonos ácidos, amargos y dulces, pero a los diez segundos comenzarán a aflorar otros sabores afrutados con notas de caramelo.